Fue tan fácil .
Destejimos los nudos que enlazaron
absurdas soledades.
Uno a uno cayeron los temores
en espasmo infinito.
Uno a uno se fueron diluyendo
-sombras de luz en el silencio amargo.
La soledad era una mancha gris,
un entramado silencioso y fijo,
mullido observador desde los muros
-ámbito inerte-
fuego precoz en la incipiente furia.
¿Qué vienes a decirme de la ausencia?
Redobló la pared su protectora sombra.
Poblaron esta cárcel los espejos,
se definió la angustia.
¿Qué vienes a contarme de las horas
que machacan veloces mis ensueños?
¿Qué vienes a decir con tu silencio,
llovizna de cristal sobre mi azogue.?
¿Qué vienes a cantar que yo no encuentre
como el coro final del miserere?
¿Qué símbolo perverso pretendes dibujar
en la cripta que acoge tu recuerdo?