En este espacio
- al inconsciente uncida-
la primigenia luz
vibra,
se expande.
Es grito que rebosa,
juega y baila,
cánto pagano ,
coqueteo de la vida con la muerte.
En el ojo se clava.
Ramifica estallidos de furia deslumbrante.
La claridad anclada hace tangible
la sombra que no está.
Ahí se funden luz y sombra esquiva,
se concreta el delirio de la mente,
paleta de cristal fondo preciso
espejo lateral que testifica.
Asomado al cristal y los augurios
la palidez del rostro escamotea
reflejos de color
profunda vida
sombras de luz
delirio que se extiende.