Los he visto desnudos
desvelar el ensueño,
aferrarse sin prisa al dintel de los días,
ebrios de sol y llanto
-como flamas esquivas-
arder sin consumirse.
Y acallan los silencios
su paso inexorable.
Y las ramas descuelguen
macilentas auroras .
Un Edén renacido
cobija a los amantes
mientras quiebra la luz
su desnudez de pétalo.