¿Y qué si juntos destejemos los silencios,
si rodamos al piélago infinito
con las lenguas absortas
en una exploración desenfrenada?
¿Qué, si descubro el rumbo de tu perversidad,
si despierto mis manos aferrando tu cuerpo,
si se apaga la luz de tus confines
y me bebes despacio entre las sombras?
Tiembla la piel a tus deseos uncida.
Yo soy el manantial donde tu sed exasperada clama.
Como la hierba tú eres.
Sobre tu cuerpo pace mi rebaño de voraces deseos.
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