De repente aconteces
(etérea gota en el alféizar de mi memoria)
cándida turbación entre mis piernas.
Tus manos suaves
y el aroma salvaje de tu sexo
entre la bruma del recuerdo llegan.
Te imagino la boca
abierta en estertor,
transmutación de goce en un gemido.
Siento tu aliento,tu dulzura bebo.
Sabor a caramelo y a manzanas
se desliza en la lluvia que no cesa.
Como una remembranza te cobijo.
Es tu imagen tan cierta
que me postro a tus pies,
beso tus labios
que entre mis labios
lentos se diluyen.
En el idílico sopor de un sueño
me abrazo a tu calor.
Con tu fuego me fundo,
me derrito,
soy cirio devastado
por la llama devota de algún santo.
Mientras agoniza tu recuerdo
vuelvo a ser piedra de horno,
carbón al rojo vivo,
pavesa que se extingue en tus cenizas.
María Elena
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